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Mostrando entradas de julio, 2010

La máscara de la muerte roja...

Buenos días. En el día de hoy les traigo un cuento de otra época pero muy actual. Su autor, Edgar Allan Poe. Que lo disfruten. La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora. Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe.

Ley de Matrimonio Homosexual...

En estos últimos días se ha encendido el debate por la aprobación del proyecto de matrimonio homosexual , a votarse en los próximos días en la cámara de senadores del congreso argentino. Muchos sectores se pronunciaron favor, otros como la iglesia católica oficial y distintas organizaciones evangélicas y cristianas, en contra. En el fondo de esta discusión se han establecido distintos interrogantes. Estos son algunas de los que creo más importantes: ¿Está bien que dos personas del mismo sexo se casen? ¿Es sano que un niño se críe bajo la tutela de personas del mismo sexo? ¿Es de carácter igualitario que dos personas del mismo sexo puedan casarse o responde más bien a necesidades de una minoría? ¿La aprobación de esta ley aceptaría la deformación y el libertinaje ? ¿Corrompería las buenas costumbres establecidas y al rol de la familia en la sociedad? Muchas son producto del prejuicio, otras despiertan un buen debate interno. La democracia en la que vivimos, nos hacen iguales en l