Trotamundos: París - Día 1
compañeros de "cuarto". La cabina
constaba de dos asientos laterales que luego se adaptaban para dar lugar a tres cuchetas de cada lado. Como ya estábamos acomodados mucho no me molestó. Yo elegí la cama superior izquierda. Mi novia se puso bastante nerviosa porque cada tanto entraban viajeros consultando números de cama y lo cierto es que no todos tenían cara de buenos amigos (sin ofender). Una vez que el tren siguió su marcha, al cabo de un par de horas me dormí.
Siguiendo mis instintos nos dirigimos a la estación Place de Clichy, en Montmartre. Continuando con las comparaciones de los medios de transporte de las ciudades visitadas, el metro de París está a nivel del madrileño en cuanto a utilidad pero lo cierto es que las instaciones están un poco descuidadas y tiene demasiadas escaleras que complican al turista que viene pesado con valijas.
Salimos de la estación y nos pusimos a corroborar direcciones. Cuando estábamos a punto de caminar, no muy seguro de la elección, una amable parisina (una de las excepciones) nos brindó su ayuda. En un principio nos quiso derivar donde la empleada del metro lo había hecho en una primera instancia, pero como la predisposición de la mujer lo permitía, le hice notar que los planos de la reserva coincidían con la zona donde estábamos. Y así fue, la amable señora nos indicó que la siguieramos y nos acompaño unas cuadras hasta la calle Darset donde se situaba el hotel.
Llegamos a la habitación y como de costumbre durante todo el viaje dejamos las cosas y nos pusimos a recorrer la ciudad. La primer parada fue la estación de Gare de Nord. Nuestro objetivo era averiguar la manera de, o bien dirigirnos a Bruselas o bien volver a España si el tren no estaba contemplado en nuestro pase (Venecia nos puso en estado de alerta). En la estación nos indicaron que no había conexiones directas a Madrid. A España, lo único directo era Barcelona y debíamos abonar una reserva de 78 euros per capita. Con respecto a Amsterdam, la reserva bajaba a 38 euros. Poco a poco el sueño idealizado de Europa y sus grandes conexiones de tren comenzaba a desmoronarse.
Nos fuimos de la estación con un sabor amargo y sin decidir que hacer. Tragando los sinsabores por las reducidas opciones que se nos presentaban continuamos recorriendo la ciudad. Después de un largo rato decidimos volver al hotel temprano para descansar ya que los días de travesía contínua y el viaje de la noche anterior hacían que el cuerpo nos pese.
Nuestro primer día en París había terminado con más amarguras que satisfacciones pero lo cierto es que estábamos en una de las ciudades más influyentes del mundo. La esperanza de mejora de nuestra estadía en la ciudad del amor se mantenía prendida como una llama en la oscuridad de la noche.
Si me permitís, suena a "perro en cancha de bochas" (¡qué quede claro que amo a los perros!), pero a su vez tiene un tomo super emocionante...
ResponderEliminarfe de erratas: léase "tono".
ResponderEliminar¿Cómo estás Lili? La verdad París es algo ambiguo. La gente por un lado y la ciudad por el otro. Sin embargo uno no puede dejar de querer visitarla.
ResponderEliminarUn beso grande!!
Un par de años atrás, te hubiera dicho que París en particular y Francia en general no me interesaban para nada. Pero ahora que estoy estudiando francés, son referencias obligadas. De todas formas, para practicar el idioma, me quedan Canadá, Suiza, Argelia, Camerún, Costa de Marfil, etc., jajaja.
ResponderEliminarTe recomiendo a la Britania Francesa según gente que me encontré. El mismo país pero hiperamables.
ResponderEliminarSaludos!!