Post mortem...

ζωή

"Morir no tiene nada de ilógico,
lo ilógico sería vivir una vida sin metas"
Keiko Nobumoto
Wolf's Rain, capitulo III


La cima se encuentra interminablemente arriba. Uno trepa hasta desgarrarse la yema de los dedos, la búsqueda parece algo magnánimo. Se siente como sangran las yemas, mis yemas de los dedos y, muy disimulada, una lágrima se escapa pidiendo permiso. -Es el néctar de los dioses- murmura uno, -yo estuve ahí y se siente rico, solo que no recuerdo como llegar- expresa el bajito que, con la mirada cansada y las manos lastimadas de tanto trepar, regala a los demás un intento de sonrisa.
Mientras tanto el sol alumbra lo que queda del pedacito de lugar que nos toca. La gente sigue trepando, francamente no sé como, ¡no, no lo sé!. Algunos se quedan por la mitad y dejan caer su cuerpo al abismo, la lucha ha terminado para ellos. Es que el sol golpea desde arriba dejando los hombros al rojo vivo. Muchos se terminan insolando por la escasez del mundo y sin fuerzas se dejan caer entregándose al destino.
El tiempo pasa, la escalada se vuelve una carrera contra el reloj. Muchos se apresuran para no ceder al trágico final de la unanimidad. No saben (o no quieren saber) que la unanimidad es algo unánime y que su lucha es imposible, pelear es en vano.
El reloj sigue corriendo y quedan pocos, quedamos pocos en realidad. La cuesta arriba sigue siendo interminable. Da la sensación como que no hay nadie adelantando. La pregunta es fútil y fatal a la vez ¿Alguien ha llegado? tal vez no, al menos no me he enterado de nadie, si alguien hubiera llegado creo que lo contaría, eso sería gentil, por lo menos podría tirar una soga desde arriba, sí, eso seria gentil.
Miramos hacia la derecha, un señor me susurra al oído la frase mas letal que puede escuchar el lugar: "Hasta aquí he llegado". Lo maravilloso y lo trágico para mí, para nosotros, es que ese señor tiene un mirada distinta. No le aterra caer al vació, al contrario, sonríe. Con los brazos bien abiertos, haciendo angelitos en el aire, se deja caer. Esa imagen llena de inspiración a muchos, un rostro feliz, un ángel feliz. Se pierde en el vacio, es el fin para él y para muchos que lo siguen. Millones de angelitos en el aire se pierden en el abismo, el vacío negro de abajo siempre gana. Seguimos subiendo, las manos duelen, duelen mucho. Hay un trayecto en que la pared, esa que escalamos, está compuesta por espejos. Lo tragicómico de esto es que los espejos reflejan lo que somos. Me di cuenta de que he envejecido, envejecido y mucho. Las pecas en la frente, las canas y un agujero en mi cabellera que yo no pedí me muestran el paso del tiempo, mucho tiempo. -El tiempo es tirano- exhala una señora, para ella también había pasado el tiempo, el tiempo es tirano.
De pronto mis signos vitales comienzan a ceder a lo unánime. Quiero seguir trepando, pero la naturaleza no me acompaña. Mis dedos ya completamente irreconocibles no me ayudan en lo mas mínimo. Mínimo, que extraña palabra, así es como nos sentimos, me siento en este momento. Mis músculos comienzan a temblar, me siento aterrado, ellos también. Me miran como si tuviera la peste, como si no fuera como ellos. Murmuran intentando no llamar mi atención. Lo gracioso es que ese murmullo me resulta un ruido insoportable, efecto contrario al buscado.
Nos concentramos, me concentro, vuelvo a mí. Mis músculos como dije, tiemblan como hojas tras el paso del viento. Mis manos comienzan a resbalarse. otra pregunta frenética ¿Que hago? recordé a ese señor que con mirada tranquila se entregó.
Hacia arriba el siempre interminable muro. Gente trepando como arañas, elevarse es la palabra. Vi en ellos algo pestilente, algo que no quería ser. Lo estremecedor ocurrió cuando mire hacia abajo, !bellísimo! la cantidad de metros y metros escalados era algo que yo y nosotros podemos llamar "fuera de este mundo" o de aquel, ya no lo sé en realidad. Era el momento de mi sonrisa, me deje caer y como el señor, no pude evitar hacer angelitos. Caí directo a la oscuridad, era el fin.
Mi cuerpo se encuentra horizontal, paralelo al suelo abro los ojos. Veo como nunca vi en mi vida; luz, mucha, toda la luz. Mis ojos no estaban acostumbrados, me sentía un topo. Me levanté, me levanto en realidad. Veo a todos los que cayeron del muro, todos con túnicas blancas en perfectas condiciones. ¡Que raro! las manos, que al caer se encontraban ensangrentadas, están completamente sanas.
El señor de la sonrisa se acerca hacia mí sorteando a la multitud, masa o público, eso depende. Me da una copa de champagne y con su sonrisa característica de por medio me dice -Brindemos, que el tiempo es tirano y tú lo has dominado con total convicción-, la situación me causaba gracia. Escucho un silbido. El silbido era feo como las bombas antes de estallar. Lo escucho más fuerte hasta que !Tuck! una pelotita de golf me golpea la cabeza. Honestamente dolió, dolió y mucho. !Chau que loco! pensé. !Que loco!, pensé verdaderamente. Pensé y entendí, si mas bien entendí. La meta no era la cima, la meta, el final de todo esto estaba justo donde nadie quería llegar, donde nadie quería ir, al abismo unánime. El unánime abismo era la manera de llegar a la unanimidad ¡Eureka!, que lindo nombre Eureka, se lo voy a poner a mi hija en mi próxima vida. ¡Eureka!, el tiempo es tirano, como la muerte. Eureka hija, te tengo que enseñar algo, te enseño y te digo, la muerte es y será una unanimidad tirana, pero necesaria por sobre todas las cosas. Necesario como el tiempo, hija apresurate, la muerte es necesaria, igual que el tiempo y la vida. La vida es necesaria y, por sobre toda las cosas, tirana pero ¡Eureka!, vale la pena escalarla.

FIN

Co-autora: Clarisa Saulo

Comentarios

  1. yubero, trajo a esta mesa de debate, o sea su blog, un tema del que me resulta imposible quedarme en silencio: sin dudas la muerte es una de las dichas del ser humano. morimos varias veces durante nuestra existencia (algunos más, otros menos), pero ser concientes, recuperarnos y aprender de nuestras muertes es lo que las hace mas misteriosas aun y nos convierte, a los sobrevivientes, en individuos un poquito mas nobles. me queda agregar la siguiente frase a tu texto, yubero: "morir no tiene nada de ilogico, lo ilogico sería vivir una vida sin metas" de Wolf's Rain.

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