El alpinismo de la vida...

सगरमाथा

¿Que hacer cuando de repente sientes que no posees las riendas de tu destino? ¿Que hacer cuando ya nada de lo que te rodea te parece relevante? ¿Que hacer en esos momentos de melancolía pura e infinita? ¿Se puede bucear dentro de uno y buscar respuestas? ¿Encontraremos más preguntas? Parece que todo me parece aburrido, lo sé. Peco de completo desinterés. Es siempre más fácil para mí hablar de las cosas que no me gustan, o cuando me siento de esta manera, sin rumbo. Algunos dicen que hay cosas peores que no tener una meta. Por ejemplo, conseguirla. Por ejemplo, no conseguirla. Cíclicamente me siento aburrido y predecible, ¿A ustedes les pasa? ¿Han sentido alguna vez que ya tienen techo? ¿Han sentido alguna vez que el techo se derrumba y les aplasta la cabeza? Son dos sensaciones encontradas. Por un lado tenemos al hombre que se siente que lo ha conseguido todo. Este hombre sufre el mal de la conformidad. Mira hacia atrás sabiendo que alcanzó la montaña pero se inclina a una fatal pregunta. ¿Y ahora qué? Por otro lado tenemos al hombre que sigue escalando pero que se da cuenta de que sus músculos están completamente fatigados. Y se deja caer. Y mientras va cayendo se pregunta si no hubiera podido seguir escalando para llegar a la cima. Se dice a sí mismo que todavía le quedaban un poco más de fuerzas. Igual de infelices son ambos hombres. Uno por llegar a lo que quizo, el otro por no haber tenido las agallas para seguir luchando. ¿Estos dos hombres tienen angustias diferentes? ¿O la angustia es una sola tanto para el triunfador como para el vencido? Personalmente si me preguntan la angustia es nada más ni menos que la angustia. Lo que cambia es el origen y las consecuencias que puede tener el sentir angustia.
En el segundo caso mencionado puede darnos verguenza no haber podido seguir escalando. En el primer caso sólo se escucha un sollozo. Tristeza y alegoría al bello camino que se terminó. Si me dan a elegir prefiero estar en los pies del primer hombre. Siempre hay montañas más altas que escalar. Por otra parte, para el hombre de la segunda clase debo decir que siempre se puede volver a empezar todo de nuevo.
Tomen su pico, sus botas de alpinismo y vuelvan a escalar.

Como dice un viejo proverbio chino: "Llegado el carro al pie de la montaña , se encontrará infaliblemente el camino".

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