Trotamundos: Atenas - Día 1...

Salimos de la pensión Corbero bien temprano por la mañana. Nos tomamos el colectivo que iba al aeropuerto frente al correo en el Palacio de Cibeles y llegamos a Barajas para tomar el vuelo hacia Atenas.
Viajábamos por la aerolínea griega Aegean Airlines. Llegamos muy temprano y no pudimos hacer el check-in ya que el personal de la aerolínea todavía no había llegado. Aguardamos media hora hasta que una empleada de la aerolínea llegó y nos pidió "el boarding pass", el cual no teníamos, así que nos hizo formar otra fila. Por la costumbre de vivir en Argentina, empezamos a meditar cuanto iba a ser el precio que nos iban a cobrar por esta falta. Hasta dudamos si las valijas estaban incluidas en el precio final o también teníamos que facturarlas (algo que no estaba contemplado en las condiciones que habíamos leído). Por suerte fue mera especulación típica de argentino desconfiado: No nos cobraron nada y arribamos al vuelo.
El viaje se desarrolló sin problemas, dejando de lado que el avión es mucho más chico y la turbulencia se sentía mucho más que en el primer vuelo. El servicio de la aerolínea fue muy bueno, hasta nos dieron de almorzar unos fideos con tuco. una especie de ensalada y un postre (hasta ese momento sólo habíamos desayunado algo en el aeropuerto).
Llegamos a las 17.25 hs., hora ateniense. A esa altura estaba oscureciendo (en Atenas a las 18:00 hs. ya es completamente de noche). Tomamos las valijas y nos acercamos al puesto de información turística. En un inglés muy rustico preguntamos la manera de llegar al hotel. Nos indicaron que la forma más cómoda era utilizar el metro. Salimos del Aeropuerto de Atenas y cruzamos unas escaleras para tomarlo. El pasaje hasta la estación más cercana a nuestro hotel costó 8 euros (mucho más caro que el traslado en España pero hay que tener en cuenta que ésta era una distancia más larga). El metro ateniense es mucho más rustico que su par español. Sólo tiene 4 lineas y tiene muchas menos combinaciones. En cuanto a infraestructura también es menos avanzado pero está igualado al subte porteño.

Mientras viajábamos observamos a la gente del lugar. La vestimenta y estética de los atenienses es muy similar a la de los argentinos. Si los argentinos hablaran griego creo que no se notaría diferencia alguna. Tal vez la globalización comercial homogeiniza las cosas, no lo sé.
El trayecto en metro, unas 18 estaciones, duró una hora aproximadamente. Salimos de la estación y comenzamos a caminar. Después de corroborar para donde deberíamos dirigirnos, caminamos unos 5 minutos pero no acertábamos con las calles que deberíamos tomar. Finalmente nos dimos cuenta que estábamos perdidos. El barrio de
Atenas donde nos encontrábamos era muy oscuro. Su estética es similar a la de algunos de Capital Federal, sólo que con más calles diagonales, angostas y en subida.
Al vernos perdidos, un señor se nos acercó a ayudar y a través de señas, el idioma era un factor en contra, apenas pudo darnos instrucciones. Le hicimos caso pero como el horizonte de la calle por la que caminábamos era pura oscuridad decidimos tomarnos un taxi y no arriesgarnos. Le indicamos la dirección al taxista, también a través de señas, y el auto comenzó a andar. No estábamos tan lejos, el taxi sólo
recorrió tres cuadras y nos costó 3.50 euros. Después de tanto vértigo, habíamos llegado al hotel.
El hotel estaba aceptable. Tenía menos comodidades que el que nos tocó en Madrid (Por ejemplo la calefacción no era muy buena) pero poseía un balcón desde donde pudimos ver por primera vez el Partenón iluminado, fue maravilloso. Después de tanto tiempo de añorarlo, mis ojos lo veían por primera vez en vivo y en directo.



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