Trotamundos: Atenas - Día 3...

El día anterior había sido glorioso. Nos levantamos, desayunamos y salimos. Nos dirigimos hacia el monte Licabeto, donde se nos había contado que se observaba la mejor vista de la ciudad.
Caminamos una hora aproximadamente, como el día anterior, a través del barrio de Monastirakis (aquí aprovechamos para hacer una parada en la ágora romana que el día anterior estaba cerrada), la calle Epna, y la plaza de Syntagma. Afortunadamente, después de tres cuadras de caminata en picada por las calles que rodean al monte pudimos encontrar un camino de piedra que se dirigía directamente hacía la cima. El camino era hermoso y la vista de la ciudad mejoraba a medida que subíamos.
Finalmente llegamos a la cima y todo el cansancio de subir valió la pena. Ya arriba, una iglesia y un restaurant decoran el lugar. La vista de toda Atenas, desde la ciudad hasta el mar, incluido el Partenón era monumental. Contemplamos el panorama una media hora y bajamos por la ladera contraria de la que habíamos subido.
Caminamos por una calle que salía hacia una avenida, pasamos por el estadio del Panatinaikos y caminamos hora y media por la ciudad. Atenas es mucho más simple en lo edilicio que Madrid, pero no por eso menos atrapante. Llegamos hasta el barrio de Evangelismos, lleno de oficinas, sanatorios y consultorios médicos. Aquí nos encontramos con una sorpresa de color, la embajada argentina, modesta en comparación con su par estadounidense.
Ya de noche, retornamos al hotel y el empleado nos entregó una carta dirigida a mi novia. Era una nota de parte de la agencia de turismo sobre la excursión hacia Delfos, Termópilas y Meteora del día siguiente. La carta indicaba que la excursión se cancelaba debido a una huelga de los trabajadores de los monumentos. Oportunamente en ese momento, gente de la agencia llamó y pude hablar con ellos. No quedaba nada por hacer, sábado y domingo los lugares arqueológicos no abre y el lunes volamos a Roma. Una gran decepción se apoderó de mí. No iba a poder observar los templos del oráculo de Delfos ni el monumento a Leónidas y sus 300 espartanos.
Rápidamente, averiguamos si podíamos adelantar el vuelo a Roma, ya que en Atenas no quedaba mucho por hacer. El costo era muy alto así que decidimos quedarnos. El día se terminaba con un sabor amargo. Sólo reconfortaba lo ya recorrido y el hecho de saber que todavía estábamos de vacaciones, sanos y salvos. Hay que ser agradecido a lo que la vida nos brinda.
Mañana sería otro día.
A continuación les dejo algunas imágenes desde el Monte Licabeto:


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