Trotamundos: Eurodisney y París...


Nos levantamos bien temprano y nos tomamos el metro para luego hacer la combinación con el tren que nos llevaba a Eurodisney.
Todo el viaje demoró aproximadamente 40 minutos. Salimos y las ansías de los niños de ingresar al parque se hacía notar aunque el clima, frío, nublado y ventoso; no ayudaba.
Ingresamos y ya la ambientación meticulosamente preparada era algo admirable (aunque uno no necesariamente sea fanático). Los edificios, la música, el personal del parque y por qué no el simbólico castillo en el centro (después nos dimos cuenta que es básicamente un truco visual ya que es sólo decoración) le erizaba la piel a los niños de mi alrededor.
El lugar está dividido en 4 partes temáticas: La calle principal lleno de tierras para comprar, tierra de la frontera, tierra de la aventura, tierra del descubrimiento y tierra de la fantasía. Hicimos ese recorrido en unas 9 horas gracias a que no había mucha gente (debo destacar que sólo ingresamos al parque Disneyland y dejamos fuera los estudios por falta de tiempo y dinero).

La impresión que me deja el lugar es que todo está perfectamente preparado para que uno alimente la fantasía del mundo mágico, pero eso sí, gastando un dinero importante comprando recuerdos o comiendo. En cuanto a lo gastrónomico si bien la comida no era algo deslumbrante (comí una lasagna en combo) el precio comparándolo con la comida de París no fue tan caro.
A las 18 hs. nos dispusimos a contemplar el desfile de las carrozas. Pasaron una total de 8 carrozas aproximadamente y debo decir que estuvo bien aunque no parece tan despampanante como el que suele mostrarse en Disney World.
A rasgos generales sin ser un gran fan es una experiencia interesante aunque uno debe saber de que no es algo leve para el bolsillo de viajero. Mochileros abstenerse.


Volvimos a París en tren y nos dirigimos nuevamente a la Torre Eiffel. Nunca deja de sorprender el paisaje de la ciudad con la torre iluminada. Hicimos la fila y subimos. Es de notar que el personal del lugar no tiene buena predisposición con los turistas. En el segundo piso cuando tuvimos que bajar para tomar otro ascensor una señora preguntó si se bajaba ahí mismo. El hombre le contestó afirmativamente como si se tratara de algo obvio y cuando se dio vuelta me miró con una mueca que expresaba lo que pensaba de la mujer.
Llegamos al último piso pero la vista, debido a la gran lluvia que azotaba la

ciudad, no era de lo mejor. Nos sacamos algunas fotos, recorrimos el lugar y nos fuimos. Uno no puede irse de París sin visitar a la dama de hierro lo cierto es que tampoco ofrece grandes atracciones además de la vista que como dije, no era de lo mejor debido al clima.
Llegamos nuevamente al hotel y nos fuimos a dormir. La última noche en París. El vertiginoso recorrido de Europa comenzaba a llegar a su fin. Bélgica nos esperaba el día siguiente en lo que era uno de los últimos lugares del viaje en los que nos encontrábamos completamente solos.


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