Trotamundos: Retorno a Buenos Aires...

Y el día llegó. Nos levantamos temprano. Estábamos en Gijón, en el departamento de los tíos de mi novia. El alba se asomaba clara y transparente. Imperaba un silencio atroz, de esos que marcan los últimos segundos de algo,  Desayunamos y al rato nos pasaron a buscar Sara y su novio, Luis, que amablemente nos llevarían a la estación de tren de Gijón con rumbo a Madrid.
Y puntual llegaron, subimos los bolsos al auto y nos dejaron en la estación. Nos despedimos en una mañana que se mostraba fría y subimos al tren. El viaje fue rápido y sin sobresaltos
Llegamos nuevamente a Atocha, tomamos nuestros bolsos y realizamos la combinación pertinente para llegar a Barajas. Una vez en la estación descendimos y nos dirigimos a la Terminal de vuelos internacionales. Para ello el aeropuerto dispone de un servicio de buses interno que trasladan a los pasajeros de una terminal a otra. A medida que el bus transitaba su recorrido nos dábamos cuenta de las proporciones enormes del aeropuerto de Barajas.
Llegamos a la terminal. Teníamos unas 4 horas. hasta la salida del avión. Confirmamos el vuelo y retornamos a la T1 para solicitar la devolución del Tax Free de nuestras compras en Europa. Esta devolución quedó trunca ya que no habíamos pedido en el lugar de compras la factura correspondiente para realizar el pedido. Esperamos sentados unas horas. Deambulamos por el área de compras. El único coqueteo con el capitalismo que me dí es la bufanda del Barca.
La espera en los aeropuertos es como todas las esperas, un tanto tediosas. Me puse a ver las fotos del viaje y Lucía se entretenía con la computadora. Para pasar el tiempo, observábamos a los demás pasajeros del vuelo. Me preguntaba el motivo de su viaje. Escuchaba a un hombre hablar por celular. Por lo que entendí, viajaba para visitar a su familia en Argentina. Vivía en Mallorca, y por su acento hace mucho tiempo ya que era algo transformado, ni español ni porteño.
Llaman a nuestro vuelo. Después de recorrer una infinidad de pasillos recorremos la manga del avión, nos sentamos y esperamos el despegue. Comienza a andar en una carrera del fin, mientras toma vuelo coqueteo con la idea de que el viaje terminó. No podía evitar sentir cierto dejo de añoranza pero al mismo tiempo agradecía poder haberlo realizado.
El vuelo se desarrolló sin problemas. Nos despertamos, vimos una película y a las 2 hrs. aterrizamos en tierra porteña. La gente aplaudió por el aterrizaje sin inconvenientes. Salimos desordenados, agradecemos a las azafatas y nos dirigimos a la zona de retiro de valijas. Ya la diferencia de climas nos obligaba a dejar los abrigos.
La salida se hizo caótica, mi madre me avisaba por mensaje de texto que nos esperaba afuera con un remis. Me sentía extemporáneo, el calor de febrero bien temprano me daba el cachetazo final de que el viaje verdaderamente se había terminado.
Nos encontramos con mi madre, subimos al remis. Charlamos del viaje, del Coliseo, del Parthenon. Bajamos de la autopista y la dejamos a Lucía en su casa. Después de un mes y medio de estar todo el tiempo juntos me resultaba extraño dejar de verla, aunque sea unas horas.
Llegamos a mi casa y dejo los bolsos a un costado. Sentía que no era el mismo hombre que se había ido meses atrás, así como no era el mismo que arribó al avión el día anterior.
Me levanto y salgo a caminar por mi barrio. Unos nenes jugaban al fútbol con una latita de gaseosa. Una mujer se abanicaba con sus manos para sofocar el calor intenso que azotaba Buenos Aires. Miro al cielo y me pierdo en los pensamientos de todo el viaje, desde el inicio hasta el fin. Aunque no me convencía del todo, había llegado a su fin. Los nenes gritaban y saltaban con alegría y yo, un poco perdido, dejaba de lado ese sentimiento nómada de querer ver cosas nuevas, había pasado ya, había retornado a casa.

Comentarios Finales
Y aquí finaliza el Trotamundos de Europa 2012. Una vez leí que existen dos clases de duelos: Cuando se pierde o cuando se consigue algo. Durante todo el año experimenté el segundo. Haber cumplido un sueño me dejaba satisfecho por un lado pero melancólico por el otro. Tanto así que mi forma de cerrar el duelo fue publicar mi viaje en el blog. Y tardé poco más de un año. Pido disculpas por la demora, pero cerrar esta etapa fue un tanto duro, sobre todo porque conocer lugares como el Coliseo o el Parthenon se había ideado cuando leía los primeros libros de historia y me resultaba muy irreal en aquel entonces visitarlos. Cuadra muy bien la idea siguiente: "Lo importante no es llegar a la cima de una montaña sino su recorrido". Y esto aplica para cualquier sueño que uno pueda tener, sin importar su grado de dificultad. El mío a distancia me parece bastante simple pero el cumplirlo amplió todo mi ser. Me hace capaz de creer que lo que uno quiere es posible. Uno es un manojo de sueños y al lector le digo que si tiene la posibilidad, crea en ellos y los cumpla. Porque la vida es muy dura, más para unos que otros, pero también es una oferta de posibilidades.

El trotamundos descansa hasta su próxima aventura, descansa satisfecho sabiendo que el destino está a la vuelta de la esquina.

Que el 2013 sea un año en donde sus sueños se cumplan.

Muchas felicidades!!

Iván Yubero

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