Cuidado con lo que deseas...

Era una noche fría lluviosa. El viento soplaba fuerte y hacía bailar las hojas que danzaban perdidas a la luz de la luna. El aleteo de las ramas de los árboles mostraban la ventana iluminada de una casa de paredes rojas y negras. En el interior Sebastián disfrutaba de una cálida cena con amigos. Eran un total de seis personas. Pablo y su novia Cintia, Hernán, Camila y los dueños de casa, Sebastián y Cristina.

- "¿Y que hacemos ahora?" Señaló pesadamente Pablo tomándose el estómago.
- "No sé. Yo estoy llena, la verdad que me tiraría a dormir un ratito" esgrimió Cintia con una mueca de satisfacción en su rostro.
- "¡Uy que bueno estaría un postrecito ahora!" afirmó Camila con gran exaltación.

Hernán, meditabundo, se encontraba recostado hacia atrás en el sillón y con la mirada fija en el techo.
Sebastián lavaba los platos mientras su novia Cristina lo acompañaba en la cocina.
- "Estuvo buena la cena ¿No?" dijo ella con un tono cálido.
Él, concentrado en la tarea contestaba con desgano: "Sí que sé yo, tranqui".

Cuando Sebastián terminó, la pareja que estaba en la cocina, regresó al comedor.
- "¡Che y ahora que hacemos!" gritó Cristina, intentando levantarle el ánimo a todos.
Pablo contestaba: "Que se yo, ¿no hay ningún partidito en la tele?" Rápidamente Cintia le asestó un golpe en el hombro y le reprochó: "¿¡Fútbol otra vez tenemos que ver!? Yo te mato Pablo, ¡veo fútbol otra vez y te juro que lo hago!" Gritaba sonriendo medio en chiste, medio en serio.
- "Bueno loco, no se peleen" gritó Camila, dando por terminada la discusión de la pareja.
- "Prendé la tele" se escuchó de fondo sorpresivamente. Era Hernán que se había incorporado del sillón.

Tardaron varios segundos en reaccionar hasta que finalmente Sebastián tomó el control remoto y encendió el televisor, pero solo se veía estática.
- ¿Pero que pasó? preguntó Pablo.

Sebastián se acercó a la ventana y lamentó: "Se largó a llover, el cable no funciona cuando llueve". Todos al unísono se quejaron hasta que un trueno acalló el bullicio. Se quedaron en silencio largo rato hasta que Cristina sugirió: "¿Y si jugamos a un juego? ¿Qué tal dígalo con mímica?"

- Camila contestó: "No sé, medio embole ese juego".
- Un segundo después Pablo sugirió: "¿Che y si jugamos al juego de la copa?
- Cintia horrorizada decía: "¡Ay no! A mí me dan miedo esas cosas. con eso no se juega". Su cara estaba completamente pálida y sus manos se movían inquietas.
Sebastián que se mostraba más despreocupado dirigía la mirada hacia Cintia: "No seas miedosa, Pablo, tranquilizá a tu mujer" le decía a Pablo sonriendo con un tono burlón, intentando descontracturar el miedo de Cintia.
- Cintia replicó rápidamente: "Con eso no se jode Pablo, es gente muerta".
- Pablo con un tono un tanto enfadado retrucó: "Siempre la misma miedosa de siempre, ni a los cementerios querés entrar". Intentando ganar el apoyo de los demás preguntó: "Ustedes que dicen, puede llegar a ser divertido, ¡dale anímense!".
- Sebastián fue el primer en responder "Para mí es chamuyo pero qué puede pasar, a lo sumo una copa que no se mueve y después pasamos a un truco". Cristina también estaba de acuerdo pero con un pedido: "Yo juego pero no vale hacer jodas, si jugamos, jugamos sin mover la copa. Va para vos Sebastián" Miró al joven con una mirada un tanto inquisidora.
- Sebastián asintió y dirigió su vista a Hernán y Camila que hasta el momento no intervinieron en la puja. Ambos, aunque desganados, se sumaron.

En unos instantes, ya estaba preparado todo para jugar. Pablo era el más entusiasmado del grupo. Preparaba con una lapicera en una hoja blanca las letras del abecedario y las palabras salida y entrada. Sebastián y su novia charlaban con Hernán y Camila. Cintia se apartaba unos pasos más atrás retraída. Estaba un poco asustada, no le causaba nada de gracia pero el miedo no era tanto como para interrumpir el juego.

En pocos minutos ya se encontraba todo listo.
-¿¡Empezamos!?- Alentó Pablo con una sonrisa en su rostro. Lentamente los demás rodearon la mesa. Todos menos Cintia y Hernán pusieron el dedo arriba de la copa. La copa, una especie de reliquia familiar que heredó Cristina de su abuela, brillaba con gran intensidad debido al reflejo de la luz del ambiente. Afuera llovía ahora con más intensidad.

Pusieron la copa en entrada y por unos segundos no se movía.
- Sebastián se jactó: "¡Ven les dije que era Chamuyo!"
- Pablo intentando mantener a todos hasta que algo sucediese lo aplacó: "Bancá chabón, que te pensás, que los espíritus no tienen un joraca que hacer como vos, esperá un toque".

Todos esperaron en silencio. Hernán bostezaba y miraba la hora. Camila aprovechaba para limpiar sus lentes. Los que tocaban la copa sentían que su brazo comenzaba a acalambrarse. Pablo miraba la copa fijamente, esperando que de un momento a otro la copa se moviese.

Cintia, aliviada dijo: "Bueno, pasamos a otra cosa". A continuación cuando todos se disponían a retirar su dedo, la copa se movió súbitamente al tablero de letras. Cintia palideció. Rápidamente todos apuntaron su mirada a Pablo de manera acusadora. "¡Les juro que yo no soy!" contestó con una mueca que mostraba asombro y miedo. Hernán que no tocaba la copa y miraba todo a unos pasos de la mesa se lo notaba atónito, al igual que Camila.

Volvió a pasar otro minuto hasta que esta vez Sebastián tomó la posta: "Bueno ya que estamos preguntemosle como se llama".
La copia se movió rápidamente y marcó las siguientes letras A-G-A-L-I-A-R-E-P-T.
- A continuación Pablo se río ya con un tono descreído: "A mierda pero que nombre, dejate de joder Sebastián, sos vos el que mueve la copa"
- Éste contestó: "Te juro que no boludo, fijate que ninguno la está tocando directamente". Los dedos estaban arriba de la copa pero ninguno de los participantes llegaba a tocarla.
- Pablo continúo: "Uh bueno, dale Sebastián continuemos con esta farsa ¿Quién pregunta?"
- Hernán, que se encontraba retraído tomó la palabra, "Yo pregunto, "¿Qué nos depara el futuro"

Súbitamente la copa marcó N-O.

- Cinthia reaccionó "Chicos paremos, no quiere hablar con nosotros, dejémonos de joder".
Camila apoyó su idea.
- Pablo volvió a tomar la posta: "Ah bue, pero si tenemos un fantasma que se niega, too much, contestale al hombre y dejate de joder".
La copia repitió ¡N-O! con mucha más velocidad y fuerza.

- Sebastián preguntó ¿Por qué no? y la copa marcó la palabra P-U-T-O.

Todos languidecieron salvo Camila que espontánea y desentendida observó: "¿Uy pero por qué pone eso?, si vos Hernán saliste con un montón de minas"
Hernán no reaccionó, sus pómulos tornaron a blanco y sus labios se sellaron como dos bóvedas. Otro silencio se hizo fuerte en la sala.

- Sebastián volvió a interrumpirlo: "Bueno dejen, pregunto yo" Con tono burlón realizó su pregunta: "¿Cuando sale campeón Independiente?"
La copia no se movió. Siguió preguntando pero la copa no se movía.
- Pablo para reforzar el tono jocoso añadió: "bueno ya que no te contesta pedile fuego así nos fumamos un pucho" y entró a reirse burlonamente. La copa no se movía.

De repente toda la tensión contenida colectivamente comenzó a ceder tras las bromas .Varios integrantes del grupo, especialmente las mujeres que eran las más temerosas, se convencían de que todo el circo vivido se había tratado de una broma de Pablo o de Sebastián, los chistosos de la noche. Estos fueron los primeros en sacar su dedo de la copa.

- Pablo bramó: "Ahh esto es re trucho, Seba buen chiste".
- Éste le refutó: "Si Pablo, hacete el gracioso, tirame el fardo a mí".

Los demás lo siguieron y lentamente comenzaron a desmantelar el tablero armado. A un costado Hernán continuaba inmutable y retraído, como si le hubieran inflingido una herida mortal.

La noche continuo como si nada hubiera pasado. Se quedaron charlando hasta altas horas de la noche hasta que Camila esbozó un bostezo: "Ough, me parece que me vuelvo a casa. Es tardísimo. ¿Cris, me abrís?"
Hernán se acopló al pedido "Si yo también me voy, mañana laburo" se limitó a decir. "Bueno si se van nos vamos todos" finalizó Pablo. Ya en la entrada de la casa se dieron cuenta que había parado de llover. Los amigos se saludaron y se despidieron. Camila y Hernán se fueron por un lado y Pablo y su novia Cintia por otro.

- "Si nos tomamos el bondi tenemos que agarrar esta calle" señaló Pablo a su novia. Giraron en la esquina y comenzaron a caminar. Esta se encontraba oscura como si se hubiera cortado la luz. Sólo un faro de luz parpadeaba, iluminando de manera intermitente a la cuadra.
Los novios caminaban abrazados. De repente escucharon pasos a sus espaldas. Cinthia lo golpeó con el codo y en un tono bajo le señaló que alguien estaba detrás.
- "No te preocupes" contestó Pablo, "caminá un poquito más rápido y listo". Aceleraron el paso. El caminante repetía la intensidad. Cinthia se inquietó aún más. Tenía miedo pero al mismo tiempo no se atrevía a darse vuelta. Redoblaron la apuesta y comenzaron a caminar mucho más rapido. El caminante volvió a repetir el ritmo de la caminata y comenzaba a alcanzarlos. Sólo quedaban unos metros para llegar a la avenida. El ruido de los pasos del desconocido se escuchaban cada vez más cerca de ellos. Siguieron caminando. Cinthia, petrificada, lo miró a Pablo pidiéndole que solucione la situación en la que se encontraban. Pablo pensó que se trataba de un robo por lo que tomó fuerzas para enfrentar al delincuente. Seguían caminando hasta que antes de llegar a la esquina, Pablo, de manera frontal se dio vuelta y enfrentó al misterioso caminante: "¡¿Pero que te pasa chabón?!,  ¡¿Qué querés?!"
Vio al extraño, una persona de estatura media que vestía un buzo con capucha. Por la inclinación en la que iluminaba la luz no se distinguía el rostro. Guardaba una de sus manos en el bolsillo.
Ambos se quedaron en silencio hasta que Pablo volvió a insistir ¡Te estoy hablando a vos!
- El caminante sacó de su bolsillo un encendedor y prendió la flama.
- Pablo desconcertado le volvió a gritar: "¿¡Qué haces!? ¡No entiendo!".
- El encapuchado contestó: "Sí pedís algo, al menos aceptalo". Guardó el encendedor, continúo caminando y se perdió al entrar en un oscuro callejón ante la atónita mirada de los jóvenes.

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