Trotamundos: Nueva York - Día 2

El primer día de Nueva York se había caracterizado por ser super intenso y completo. El segundo no nos podía defraudar. Nos levantamos bien temprano y desayunamos en el hostel. La estrategia principal de todo viajero, especialmente los que viajamos con el dinero justo, es aprovechar al máximo el desayuno para si ahorrarse dinero en el almuerzo. Esta experiencia no iba a ser la excepción. Sin embargo los alquileres altos de Manhattan nos sorprenderían con el siguiente hecho. Como en el edificio no había lugar para un salón comedor,  utilizaron el espacio de la entrada de calle para ubicar una mesa con donas, café, leche y chocolate caliente, cortesía de #donkindonuts. Me llevé el chocolate caliente y 4 donas a la boca para llenar mi estómago. Digamos que no era el desayuno esperado pero cumplió con el objetivo propuesto.
El clima en Nueva York estaba espléndido como el día anterior. Salimos en dirección a la calle 125 para tomarnos el metro con destino a Harlem. Era domingo y nuestra intención era presenciar una misa de coro Gospel ya que nos habían hablado mucho de lo pintoresco de la experiencia.
Todo el trayecto en metro demoró unos 40 minutos. La primera impresión de Harlem fue bastante positiva: Un barrio poblado, con avenidas anchas y lleno de tiendas. Lo más reconocible de Harlem son los imponentes monoblocks de color naranja vistos en el cine. A diferencia de lo que ocurre en Hollywood, la zona no parecía tan insegura como se la retrataba, por lo menos en el tiempo que estuvimos en el barrio. Caminamos hasta la iglesia seleccionada pero la misa ya estaba finalizando y había mucha cola para ingresar así que decidimos entrar a otra. Optamos por una que habíamos visto camino a allí. Para nuestra decepción no era una misa con coro Gospel, sino una común y corriente. Lo positivo era que esta parecía ser de la comunidad latina ya que todos se dirigieron a nosotros en español. Es llamativo como las comunidades pasan a ser tan fuertes y necesarias en Nueva York. Es como que uno debe rodearse de gente con costumbres parecidas a uno. Después de esperar allí unos minutos y saludar a los reverendos (con el tiempo me dio la sensación de que se trataba de una misa pentecostal) salimos con un poco de desazón por no cumplir nuestro objetivo.
Recorrimos unas horas el barrio y sus tiendas; y luego comenzamos a bajar al sur en dirección al Central Park por la Amsterdam Avenue. Aquí las casas características de ladrillo naranja son más comunes ya que la zona guarda una gran impronta de los primeros colonos de Países Bajos. Curiosamente la ciudad antes de llamarse Nueva York se llamó Nueva Amsterdam, dato que encontré en Internet y que me llamó mucho la atención ya que uno comúnmente relaciona a la ciudad con la inmigración irlandesa e inglesa.
Como guía del grupo sugerí hacer una parada a la Iglesia de San Juan el Divino ubicada camino al Central Park. Mis compañeros accedieron. Camino a la catedral pasamos primero por el Morningside Park. Mientras mas nos acercábamos al parque, a la lejanía escuchábamos unos gritos y ruidos de zapatillas que se frenaban con el suelo. En las canchas de básquet dos grupos de amigos jugaban un partido que parecía bastante disputado e intenso. A diferencia de los profesionales estos no embocaban siempre en la red. Lo más chistoso es que el partido se detenía seguidamente porque no lograban ponerse de acuerdo con el marcador. Mientras que algunos trataban de poner paños fríos a la discusión otros seguían discutiendo encendidamente. Tanto así que uno optó por revolear la pelota e irse. Su equipo lo siguió. Uno del equipo contrario trató de convencerlos para que volviesen a la cancha y accedieron. Lo que más llamaba la atención eran los gestos del más estrafalario de ellos. Tenía el ceño fruncido, movía mucho las manos y caminaba como si fuese un gallo peleador. Desafiaba a todo el equipo contrario.  Cuando uno trató de bajar los deciveles  diciendo "vamos, dejemos de pelear" el contestaba con una entonación pronunciada: "¡que! Esto no es una pelea, ¿quieres ver una pelea? Esto nos ni de cerca una pelea". Mientras los gladiadores del basquet seguían su riña, otros miraban seriamente toda la escena mascando chicle y picaban su pelota.

Luego de observar unos minutos seguimos camino y subimos por una escalera que desembocaba en la calle Morningside Dr. calle lateral de la Catedral. Esta, de un estilo gótico inconfundible, consta de un patio en la parte lateral con una imponente escultura que funde a la luna, con un arcángel y un ciervo. La observamos por unos minutos y entramos al edificio. El techo se encontraba adornado de los restos de las torres gemelas formando un animal alado. Contemplamos un momento sus vitriales, las estatuas y la cúpula y nos dirigimos luego al Central Park. Chistosamente, al hacer unas dos cuadras notamos que los dos equipos de básquet que nos cruzamos en el parque ya se estaban despidiendo de una forma amistosa por suerte.
Al cabo de media hora, llegamos a la entrada norte del Central Park. Estábamos indecisos. No sabíamos si recorrer el parque en bicicleta o hacerlo caminando. Como la bicicletería cercana no tenía para alquilar decidimos posponer el parque y dirigirnos a Brooklyn. Era época de playoffs en la NBA y queríamos ver la posibilidad de sacar una entrada para la serie de los Nets con Miami Heat.
Llegamos a Brooklyn a eso de las 5 de la tarde. De la estación de Metro caminamos por la Fulton Av. hasta tomar una lateral y llegar al Barclays Center, hogar de los Brooklyn Nets. El fanatismo de la gente de Brooklyn por su equipo se hace notar al pisar el barrio. Muchos portaban la camiseta negra como si se tratara de una cuestión de estado. Inclusive, las tiendas destacaban sus productos relacionados con el equipo. Como segunda sorpresa nos dimos cuenta que el estadio por ser domingo se encontraba cerrado así que entramos a las tiendas cercanas a la zona. Una de las situaciones más curiosa de todo el viaje ocurrió en una casa de electrodomésticos. Yo portaba una mochila donde llevaba buzos y botellas de agua. Al salir estúpidamente le pregunté al guardia de seguridad si quería revisar mi mochila. El hombre me miró severamente y me dijo que no era necesario, "salvo que me esté llevando algo",  "You are stealing something?", "Nouuu" contesté. El hombre agitando los brazos y los hombros me decía en inglés algo así como "entonces confío en vos, andá tranquilo". Al salir, muy avergonzado por cierto, noté que en Argentina antes de entrar a una tienda somos tratados como ladrones potenciales, tanto que nos terminamos acostumbrando a esa acusación.

Seguimos caminando por Brooklyn en dirección a Manhatan por la Av. Atlantic. Hicimos una parada en la Cadman Plaza. Debido al buen clima mucha gente practicaba deporte. Un padre lanzaba su pelota de béisbol al chico, otros se animaban con la pelota de fútbol y algunos practicaban boxeo. Contemplamos el paisaje unos minutos. En ese instante intentaba atesorar la postal en mi cabeza. Para esa gente ese lugar era algo cotidiano, alcanzable. Para mí era un lugar que tal vez vería una sola vez en mi vida. La imposibilidad de volver a los lugares me provoca melancolía. Cierto es que las oportunidades únicas, irrepetibles hacen que la oportunidad se valore mucho más. Despidiéndome de ese ambiente emprendimos la marcha hacia el puente de Brooklyn. Antes paramos por un café de Starbucks. Las calles del centro además de ser ondulantes y angostas tienen la particular magia de tener como fondo de paisaje al famoso puente, Como ya estábamos cerca del atardecer propuse ir al Main Street Park, para tomar unas fotos. Debo decir que el paisaje es increíble. Ambos puentes, Brooklyn y Manhatan junto al espacio verde y la caída del sol formaban una atmósfera sencillamente hermosa. Sacamos varias fotos y ahora sí nos dirigimos al puente para regresar. En el camino nos encontramos con Alejandro, un argentino de Berazategui. Alejandro volvía mañana a Argentina. Mientras íbamos hacia el puente, nos contaba todo lo que le brindó la ciudad, los conciertos, las luces, la comida, etc. Ya en el puente (a no asustarse los autos van por debajo de una especie de camino elevado que permite el paso de peatones y ciclistas) mientras nos sacábamos fotos él  decidió dejarnos en nuestro furor de segundo día en la ciudad, apresuró la marcha y siguió camino. Era como si el estaba ya en otra sintonía, Lo seguí con la vista hasta que finalmente se perdió entre la muchedumbre. El paisaje de los edificios altos de Manhatan junto al río y el atardecer nos dieron una de las mejores postales de la ciudad. Bromeaba con mi hermano y nos mirábamos con la idea cómplice de que no podíamos creer lo que nuestros ojos contemplaban.
Ya del otro lado tomamos el Metro de regreso y volvimos al Hostel. Para nuestra suerte era día de Karaoke por lo que al poner la caradura y cantar unas canciones  comimos pizza y nos reímos por un buen rato.
Ya en nuestro cuarto nos metimos rápidamente en la cama. Había sido un día cargado y necesitábamos sumar fuerzas para todo lo que restaba por venir. Leí unas páginas de "Alejandro y los confínes del mundo" de Valerio Massimo Manfredi hasta que mis párpados se hicieron más pesados y se cerraron plácidamente.












Comentarios

  1. N.Y. + Valerio Massimo + NBA + donas + estilos arquitectónicos = I. Yubero

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