Trotamundos: São Paulo - Día 1

Esta vez el Trotamundos eligió como destino la ciudad donde nací. Como dato curioso, dejé la metrópoli brasileña con tan solo 6 meses de edad y nunca volví. Mis padres son argentinos, viví un tiempo en Asunción y luego desde los 4 años que vivo en Buenos Aires. Mi amor por la ciudad donde estuve la mayor parte de mi vida es casi "un matrimonio perfecto". A diferencia del resto de los porteños que quieren escapar de allí, me encuentro muy a gusto explorando los rincones y barrios de la ciudad.
São Paulo, por otra parte, representa para mí un lugar desconocido, atrayente. Si Buenos Aires es "la Paris" de Sudamérica, la ciudad brasileña, por tamaño e influencia, también puede nombrarse como "La Nueva York" de estas latitudes.
Esta ciudad colosal suele ser ignorada por los argentinos que la visitan. Poca gente se ha quedado a descubrir la ciudad. Solamente es usada como paso intermedio para otros puntos de Brasil.

¿Cómo puede una ciudad de 12 millones de habitantes no tener nada interesante para ver?

Llegué al aeropuerto de Guarulhos alrededor de las 14.30 hs. El servicio de Airport Bus Service fue el que me llevó a la Av. Paulista, punto cercano donde se encontraba mi hotel. Como curiosidad, y a diferencia de los servicios de corta distancia que se brindan en Argentina, este poseía WIFI y baño. Desde Guarulhos, el autobús pasó por la Rodoviaria Tiete, estación de buses de importancia en la ciudad, la Pinacoteca, la estación de tren Luz y la Plaza de la República entre otros puntos.
Llegué a la Paulista con la lluvia. A pesar de la llovizna el panorama no defraudó. Los rascacielos y negocios de la zona ofrecían un paisaje imponente en el microcentro de la actividad económica de Sao Paulo.
Caminé unas 10 cuadras (Si pueden definirse así ya que en algunos puntos las calles ofrecían un trazo serpenteante) hasta llegar al departamento donde iba a dormir. Lo más difícil de estar en una ciudad extranjera es cuando uno no sabe hablar el idioma local. A diferencia de lo que uno puede pensar del portugués (no se resuelve todo poniendo el sufijo "Inho"), si el hablante tiene un acento cerrado y rápido el diálogo se hace difícil de establecer. Esto me ocurrió en el edificio cuando al preguntarle al personal de seguridad los dos nos dimos cuenta que no nos habíamos entendido para nada. Al punto de que me fui a otro piso por vergüenza a repreguntar.
Ya en el departamento, dejé las cosas, me di una ducha y volví a salir hacia la ciudad. Esta vez hacia rumbo desconocido. Lo que buscaba era perderme tratando de encontrar rincones de interés. Ya de noche, volví a encarar hacia la Paulista en dirección oeste. Los rascacielos iluminados volvían a impactarme enormemente.
Mi primer punto era pararme frente al lugar exacto donde nací. Giré en la calle Frai Caneca que fue el lugar donde se encontraba la Maternidad del mismo nombre que la calle. A pesar de que esta fue demolida en 2003 me ubiqué en el punto donde estaba la entrada y contemplé la atmósfera del ambiente. Parece irrisorio pero la mayoría de las personas pasan por el lugar exacto donde nacieron muchas veces hasta perder el asombro y tomarlo con total naturalidad. En mi caso era todo lo contrario. Me encontraba en una ciudad que no conocía, con un idioma que no fue mi lengua materna, y sin embargo estaba ahí, parado en el lugar de mi origen 30 años después. Me quedé pensando unos minutos y luego entré a un café y me senté a tomar algo. Dos personas de traje conversaban, de lo que sospechaba, una conversación sobre cosas de trabajo. Otro hombre, sólo, leía y se concentraba únicamente en eso. Y yo, me dedicaba a observarlo y escucharlo todo, desempeñándome como un auténtico Flanëur en todo su esplendor.
Volví a salir a la Paulista, Al llegar al final de la avenida tomé camino hacia el sur hacia el barrio Jardims. Dicho barrio alberga una gran cantidad de bares, peluquerías y restaurantes, en su mayoría con ciertos aires histriónicos. Algunos de los lugares, con dos pisos servían de peluquería, cafetería, drugstore y lugar de trabajo, todo en un sólo edificio. Caminé alrededor de 1 hora hacia el sur hasta que me topé, sin querer queriendo, con la Rua Argentina que fue la que me hizo desembocar en la famosa Av. Brasil. Dos calles parecían representar lo que era yo en ese momento, un argentino nacido en Brasil o bien un brasilero que vivió la mayor parte de su vida en Argentina. Ambas ciudades confluyendo para brindar su aporte hacia todo mi ser: Sao Paulo - Buenos Aires, Buenos Aires - Sao Paulo.

Luego de un tiempo me di cuenta que me había alejado bastante del departamento y Viviana, mi novia y compañera de viaje, llegaría a la ciudad en tan sólo una hora. Volví nuevamente al apartamento hasta que ella me avisó que estaba viniendo en el autobús. Fui a esperarla pero cuando llegué ella ya estaba en la parada. Caminamos unas cuadras hasta que entramos en un McDonalds a cenar (dada la hora no abundaban opciones). Mientras cenábamos nos contábamos como se había desarollado nuestro día. Terminamos de comer y volvimos al apartamento. Era momento de dormir y recuperar energías para lo que se venía que se presentaba igual o más intenso de lo que ya habíamos vivido.  

Comentarios

  1. Qué grande! volvió el Trotamundo.
    Qué lindo andar con ojos de turista. Gran confluencia. Acá en Buenos Aires no tenemos calle Argentina ¿no?

    Lo dice el tango, siempre se vuelve pal primer amor

    Ahí te ves, en un rato.

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