Trotamundos: Buzios

Luego de lo vivido en Río, nuestra idea era ir a un destino cerca pero menos avasallador que la capital carioca. La que reunía esas dos condiciones y que elegimos de todas las opciones fue Buzios.
La ciudad se encuentra en una península a 296 km. al este de Río de Janeiro. Nosotros nos ubicamos en una posada en el centro, a unas pocas cuadras de la estación de ómnibus.

El centro

El mismo está lleno de restaurantes, bares y lugares de regalería para cenar, tomar o comprar productos de todo tipo. La playa del centro está acompañada por una costanera que corre en paralelo a la calls principal llamada "rua das pedras". Una de las principales atracciones de esta costanera es la Orla Barlot, una estatua que fue erigida para homenajear al paso de la actriz francesa Briggite Bardot en los años 60´.
Percibí, mucho más exacerbado que en Río, la gran presencia de argentinos en la ciudad. Lo cierto es que luego de la crisis económica de los 80´ muchos argentinos decidieron emigrar a esta ciudad y comprar propiedades y erigir comercios. Un día, a modo de broma la dueña de la posada nos comentó que Buzios era llamada vulgarmente "Buzios Aires".




Azeda y Azedinha

Estas dos playas se encuentran a aproximadamente unos 40 minutos de caminata desde el centro. Al estar en el costado oeste de la península el agua es calma y tranquila. Es una de las pocas playas del lugar donde se puede hacer snorkel por su claridad. Ambas, al igual que en el resto de los balnearios, se encuentran paradores que alquilan las sombrillas (a pesar de estar prohibido legalmente) y venden bebidas y comidas no muy elaboradas.



Joao Fernándes

Se encuentra en el extremo noroeste y está poblada de restaurantes y hoteles. Si bien es una de las más nombradas, se encontraba llena de gente y movimiento, lo cual no es lo ideal para el turista que sólo desea descansar en la tranquilidad.



Ferradura

Esta playa tiene forma, como lo dice su nombre en portugués, de herradura. Aquí se respira un ambiente más familiar que en otras playas. El mar, al estar rodeado también de tierra, minimiza la cantidad de olas y era muy tranquila para nadar y bucear.



Geribá

Aquí se pueden disfrutar de una playa de gran extensión y con muy buenas olas. Varios surfistas y amantes de deporte acuáticos se encontraban disfrutando de la corriente fuerte y del viento. Aquí también probé el AÇai, un fruto con muy buena fama por sus prioridades positivas. Se sirve frío como si fuera un helado. Carlos, argentino y uno de los ayudantes que atendía la despensa donde lo compré manifestaba que extrañaba ir a la cancha a ver a All Boys, el club de sus amores y del cual portaba su remera orgulloso. A la lejanía cargaba unas cajas y hablaba con María, la brasilera dueña del lugar.



Ferradurinha

Este lugar, se encuentra tan sólo unos minutos a camino de Geribá. Consultamos el Google Maps y a pesar de la cercanía caminamos unos 40 minutos aproximadamente, subiendo y bajando calles y pasajes. Nos queríamos morir cuando nos dimos cuenta que un corredor que no habíamos visto unía ambas playas. Esta se encuentra rodeada de grandes piedras y es muy angosta. Un grupo de turistas observaban desde un peñón hacia el mar que se encontraba muy revuelto. Un argentino, con patas de rana y snorquel, intentaba captar con su cámara una tortuga de mar gigante. El animal cada tanto asomaba su cabeza y nosotros tratábamos de avisarle pero luego de unos intentos el nadador volvió a la costa desilusionado por no poder tomarla.



Praia Brava

Como se indica el nombre es bastante "brava". Ubicada en el extremo noroeste de la península, recibe directamente las olas del mar atlántico, lo que la hace bastante revuelta. Para llegar a la playa uno tiene que bajar unas escaleras ya que la misma se encuentra debajo de una pared rocosa.



Tartaruga

Esta playa se encuentra en la parte oeste y se llega por un camino que surge de la ruta principal, a unos 40 minutos desde la bifurcación. Como pasa también con Joao Fernándes, esta playa se encuentra plagada de paradores y restaurantes a lo largo y a lo ancho. Fue la última que visitamos antes de emprender retorno y lamentablemente nos tocó vivir una experiencia desafortunada con un par de argentinos. Nos ofrecieron pasar a su parador con la promesa que teníamos que almorzar algo. Pedimos unas gaseosas y tragos pero cuando vimos los precios de los platos (R$ 300 una porción de rabas) les pedimos la cuenta para irnos. Estuvimos ocupando el lugar nada más que media hora. Lo cierto es que nos querían obligar a almorzar cuando nosotros habíamos consumido y teníamos intenciones de pagarlo. Luego de un tire y afloje, pagamos unos 30 R$ para dejar la mesa pero para un turista que te timen así es muy molesto, especialmente viniendo de compatriotas.




Y aquí termina la experiencia del Trotamundos: Brasil. Fue un camino largo y hermoso el recorrido, uno lleno de emociones y nuevos gustos, colores y sabores en el hermano colosal. A pesar de que el gigante se vuelve a dormir, siempre estará con el ojo semicerrado, esperando que nuestro lado nómada vuelva a despertarse en busca de nuevas aventuras.


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