Trotamundos: La ciudad de la Flor

Viajero si usted recorre la historia de estos lares podrá ver que "la América" es la historia de miles de sueños y aspiraciones. Familias enteras que han venido en barco a territorios inhóspitos, donde estaba todo por hacer en miles de kilómetros de tierra sin aprovechar para las formas productivas de las sociedades modernas. Formas de Grandes Terratenientes que al tener tanto, lo aprovechaban tan poco. Pero esas familias no vinieron todas juntas y en el mismo barco, no señor. La Argentina es como las capas geológicas. Dependiendo del período que uno tome, reconoce diferentes períodos dependiendo de lo que esté mirando.

Hay quienes dicen que "La ciudad de la Flor" fue el lugar original de la primera fundación de Buenos Aires de Don Pedro de Mendoza. Ya con los españoles asentados en el territorio, el primer mandamás de la zona fue Don Alonso de Escobar, de quien hereda su nombre: Escobar.  

Pero la primera impulsora de estos pagos, según como lucen hoy, fue Doña Eugenia Tapia de Cruz, dueña de las tierras varios siglos después, que decidió dividirlas en manzanas para la construcción de un pueblo al que llamó Belén por su gran devoción al niño Jesús.

Cuando uno hurga en la historia argentina, esta siempre quiso ser parte del progreso y la civilización. Con la llegada del tren, la zona comenzó a recibir nuevos pobladores que traían consigo sus costumbres y actividades de su lugar de origen. Italianos, españoles y portugueses desarrollaron la actividad maderera, frutícula y hortícola. Su sobrenombre vendría de la mano de la comunidad japonesa también instalada en Escobar que le daría un gran impulso a la floricultura.  

Luego, el avance del asfalto y la civilización nos llevan al Escobar de hoy. La extraña combinación entre urbe e "interior" se nota a la legua. La autopista panamericana atestada de miles de vehículos que  llegan de "La Capital" en tan solo 30 minutos, conviven con casas coloniales y cascos de estancia reciclados. Las huellas de la Belén original se ven en la plaza San Martín, lugar donde Doña Eugenia loteo la ciudad "a lo español". La municipalidad, la iglesia y el banco continúan alrededor de la plaza, característica constante en todos los pueblos del país.

Al caminar por la ciudad, la gente mayor deambula por las calles de día, la juventud, contra todo aislamiento, invade la noche. Por la mañana grandes colas de laburantes inundan la acera de la parada de colectivos que por supuesto superan siempre las tres cifras. ¿Adonde irán? pero sobre todo, ¿A qué hora volverán?

Los hogares de modestos para arriba se reparten en cuadras de caserones inmensos o casas que albergan oficios desde talleres de motos hasta clases de inglés. La mixtura llega a su máxima expresión con el pasar de una japonesa "argentinizada" de ojos rasgados que portaba colita alta, remera gris, calzas y ojotas. Sencillo y relajado al estilo oriental. 

En otro rincón, en la Feria de la Plaza de la Estación del Ferrocarril se vende ropa usada y artículos como relojes, revistas y artículos exóticos para la casa. La belleza de la zona es la locomotora a vapor 907, que muestra con orgullo su acento inglés de Newcastle. Esta belleza, mantenida con el correr de los años, comenzó a andar por los rieles de la zona hace ya más de 100 años: En 1912.


Si bien no se ven muchos niños jugando en la calle, se los escucha divertidos en la colonia del polideportivo municipal Luis Monti, lugar que alberga las actividades deportivas de la zona. Este está pegadito a la Plaza Juan Manuel de Rosas, donde se concentran todos los homenajes y letreros relacionados a las victimas de la dictadura y del Jardín Japonés, hermano mayor del porteño. 

En el jardín, un regalo de la colectividad japonesa a la ciudad, debido a la pandemia sólo se aceptan 50 personas a la vez. No esperamos mucho ya que adentro había solo 4. El empleado de la puerta demuestra cierta tranquilidad. Nos explica que la estancia máxima es de 40 minutos. Entramos y es como llegar a un portal paralelo, un oasis. Cascadas, espejos de agua y puentes. La gran variedad de flores y árboles, muy distintas a las de la zona impregnaban un sentimiento interior de calma, brisa de esperanza de que los lugares de cierta paz interior son posibles a pesar de todo lo generado por el Covid durante el 2020. Mi hijo le da de comer a los peces KOI, decenas de peces de colores se agolpaban en los lugares donde caía el alimento. Futuro y Naturaleza una metáfora que trata de cobijar a mi corazón de cara a lo que viene . 

Miro al cielo, un par de gotas caen en los espejos de agua. Un nubarrón gris se hace presente y nos indica que es hora de salir de ese jardín casi edénico volver al hotel. Volvemos caminando, ideas me dan vuelta por la cabeza como los peces en el agua. 

El trotamundos vuelve a la vida aunque muchos ignoren los misterios y los milagros que albergan cada espacio. Razón de ser de la Ciudad de la Flor que siempre se mantiene lejos, pero también muy cerca...

FIN

Comentarios

  1. Dicen que fue en Escobar, es cierto, o en algún punto impreciso entre Escobar y Quilmes, lo bueno de no saberlo es que podemos multiplicar los festejos en cada municipio y pasarle de ronda en ronda, como con la fiesta de las colectividades.

    Saludos!

    J.

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    1. Y ya que estamos, podríamos multiplicar esos festejos hacia el oeste, hasta la ciudad e Mendoza. Por Don Pedro, digo.

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    2. Son misterios que nunca sabremos si fueron verdad (al menos hasta que inventemos la máquina del tiempo y le saquemos la sorpresa a todo :P).

      Mientras tanto a festejar se ha dicho!

      Gracias por comentar!

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    3. Si inventan la máquina del tiempo lo que menos haría es usarla para ir a ver dónde se fundó la primera Buenos Aires. Y eso que soy profesor de historia...

      Saludos,

      J.

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  2. Una vez fui con dos amigos, a uno de los cuales creo que conocés muy bien (de verlo todos los días tal vez) a ver a Skay por ahí. Supuse que el Jardín japonés escobarense era muy grande, pero no tanto como para llamarlo "hermano mayor". O tal vez tengo un recuerdo de niñez del jardín japonés porteño que me hace suponerlo más grande de lo que de verdad es. Tendría que regresar al porteño, y entrar, para que mi recuerdo se acomode.
    Ud. me puso un anzuelo en el séptimo párrafo, pero trataré de no picar.
    Sería extraño ver la locomotora gringa en la Plaza Juan Manuel de Rosas, mejor que en ella estén los homenajes y letreros relacionados a las victimas de la dictadura.

    Aguante el pibito
    Abrazo, mi viejo.

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    1. Hola mi viejo, hermano mayor de edad, no de tamaño (y vos lo sabes muy bien :). De todas maneras cada uno tiene su encanto partícular. Vale la pena verlos a los dos. Y en cuanto al anzuelo, tal vez para algunos lo mejor de los dos mundos. Con respecto a Rosas, no tanto puesto que el partío a la inmortalidad en aquel país.

      Abrazo de gol! (después de ayer más de gol que nunca).

      Ahi te ves!

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