La Historia de San Cayetano: Santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo

Hoy es el día de San Cayetano y muchos fieles se congregan para pedirle por pan y trabajo en su iglesia de Liniers, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. 

¿Pero cual es la historia de este santo popular y venerado por tantas personas?  

Nació el 1º de octubre de 1480 como hijo de los Condes de Thiene, Su padre era militar y falleció cuando él tenía 12 años. Su madre, María da Porto, se hizo cargo de Cayetano y sus hermanos.

Se graduó en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados en derecho civil y canónico. Luego partió a Roma donde llegó a ser secretario privado del Papa Julio II y notario de la Santa Sede.

A los 33 años fue ordenado sacerdote. Se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.

Al volver a su ciudad natal creó hospitales para enfermos incurables para asistir a las personas que se encontraban internadas en dichos nosocomios, los cuales también instaló en Verona y Venecia. Fue en dichos sanatorios que, según cuentan las historias religiosas, el santo logró realizar los milagros por los cuales después fue santificado. Cuenta su crónica que limpió la pierna de una joven que, comprometida por la gangrena, estaba a punto de ser amputada. Al otro día, la extremidad no tenia signos de enfermedad.

Aquellos años eran épocas de una profunda crisis de la Iglesia Católica. Es por ello que se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Se llamó "los Padres Teatinos", nombre que les viene de Teati, la ciudad de la cual era obispo el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa Pablo IV.

Al estallar la revolución de Lutero, Cayetano se mantuvo fiel a la Santa Sede. A muchos reformistas les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".

Como se mencionó, era de familia muy rica. Se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. Fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.

Uno de los lugares en donde se instaló fue la ciudad de Venecia, donde trabajó junto a Jerónimo Emiliani, quien desarrollaba labores similares. El oriundo de Vicenza le brindó su ayuda para crear una rama de los Clérigos Regulares, la Orden de los Padres Somascos.

El último sitio en el que se vivió fue Nápoles.  Allí pasó sus últimos días hasta que falleció un 7 de agosto a los 67 años por una enfermedad.

Por su labor, fue declarado santo en 1671 por el pontífice Clemente X.

Su relación con el trabajo en Argentina y la imagen sosteniendo al niño Jesús

San Cayetano es directamente relacionado al trabajo y es celebremente conocido por su imagen donde sostiene al niño Jesús (Algo que por cuestiones de temporalidad obviamente no fue posible). 

Muchos asocian el inicio de su relación con el trabajo en nuestro país, a la década del 30´ cuando el párroco Domingo Falgioni organizó una pastoral que impulsó la veneración del santo bajo el lema del "Pan y el Trabajo" ante la desesperación de los sectores obreros.

En relación al segundo punto, cuenta la crónica de su vida que siendo sacerdote, estaba orando cuando tuvo una visión en la cual se le aparecía la Virgen que le ponía al Niño Jesús en sus brazos. Gracias a esta historia, se lo representa llevando al niño.

El Santuario de San Cayetano en Liniers

El templo de San Cayetano se construyó en el año 1900, pero no comenzó a ser parroquia sino hasta el 18 de enero de 1913. 

Al barrio de Liniers, llegaron las Hermanas del Divino Salvador, desde la
Santa Casa de Ejercicios Espirituales fundada por la Beata María Antonia de la Paz y Figueroa que llegó a pie desde Córdoba.  Aquellos terrenos pertenecieron según consta en documentos, a María Mercedes Cordova, quién los donó en 1830, a las Hermanas Religiosas.

Construyeron una Capilla, pequeña y chata dedicada a San Cayetano, para la
asistencia espiritual de los fieles: asistir a misa los domingos y fiestas de guardar, y en el otro sector enfrente, el Convento y el colegio de niñas (actualmente el Colegio de San Cayetano).

La misma se inauguró a los treinta días del mes de septiembre de 1875 y colaboraron numerosos vecinos y dueños de las viviendas, quintas y casas de vacaciones del distrito Liniers.

El estilo del edificio es románico, con arcos y pilastras asimulando en los mismos columnas con capiteles jónicos, rojos cocinados. Sobre ellos se asoman cabezas de angelitos. En el presbiterio se levantó un altar de mármol blanco con incrustaciones de verde onix. En el nicho central se colocó un San Cayetano sin Niño Jesús en sus brazos que se encuentra guardado por las hermanas. Más tarde, lo suplieron con una estatua del Santo con la Imagen del Niño Dios en sus brazos.

La balaustrada de bronce y mármol era el comulgatorio. El púlpito se erigió en la primera
pilastra. En la semicúpula que campea sobre el altar estaba pintada una Crucifixión. A los lados
se colocaron once hermosos vitrales, que expresan en una estética composición de vidrios y
colores la vida de San Cayetano, colocados en la bajada de la nave, dando un matiz sagrado y
misterioso. Una torre de tres cuerpos se afina rematando en un cono de pizarra
campeando una cruz de hierro forjado.

La imagen del santo, arribó a la zona de Liniers en 1875 gracias a la Sociedad Hijas del divino Salvador, que fundaron una capilla y un colegio dedicados al patrono de la Providencia.

En el año 1913, se la declaró Parroquia y un año después se construye el colegio
actual del mismo nombre.

Fue el propio padre Falgioni, director espiritual de los Círculos de Obreros Católicos, quien imprimió una nueva estampa que incorporó la iconografía de San Cayetano con la espiga de trigo.

Desde entonces multitudes de todas las clases sociales del país y de naciones limítrofes acuden los días 7 de cada mes y especialmente el 7 de agosto, a pedir o agradecer por el trabajo y sus intenciones particulares.


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